De acuerdo con el último censo de
población realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(INEGI) en 2010, los mexicanos hemos rebasado los 112 millones, con lo cual
México se ubica en el lugar #11 en la lista de los países más poblados del
mundo. En términos del tamaño de nuestra economía, que tiene un valor de 1,567 mil millones de dólares de Producto
Interno Bruto (PIB), estamos ubicados en la misma posición. Sin embargo, cuando
hablamos del PIB per cápita del país,
nuestra posición desciende al lugar número 84, con un valor de 8,143 dólares
anuales, monto menor que el de otras economías de similar desarrollo.
Mucho se ha discutido en México sobre la
pobreza y la desigualdad social; han surgido especialistas que nos explican con
detalle la pobreza y las causas de su agravamiento. Durante muchos años la
migración hacia Estados Unidos fue una alternativa para aquellos que no
encontraban en México oportunidades de desarrollo respondiendo a la incapacidad
de generar empleos que permitieran una vida digna. El endurecimiento de las
leyes migratorias de Estados Unidos que ha vuelto más difícil emigrar a ese
país y la falta de una política económica que aproveche el bono demográfico,
entre otras, ha puesto en evidencia la poca capacidad para generar empleos
suficientes ¿Qué ha pasado en México que
no hemos generado las oportunidades para los mexicanos?
No obstante, en los últimos 20 años la
economía mexicana ha experimentado un crecimiento del PIB per cápita. A pesar de las crisis económicas –por ejemplo, en la crisis
de 1995 el PIB per cápita disminuyó
en 7% lo que significó un retroceso aproximado de 30 años–, este indicador sí
ha aumentado aunque no en la proporción que sería deseable para México. Esto da
la sensación de que “vamos lento” y que no tiene un impacto favorable en la cotidianidad
de la mayor parte de la población. A diferencia de países como Brasil, Corea o
India que han logrado imprimir un dinamismo en su economía por encima del de
México.
Figura 1. Crecimiento del
PIB mexicano en comparación con otros países
Incluso si hablamos de los últimos 50
años, se puede decir que el país ha evolucionado de manera positiva. Por
ejemplo, de acuerdo con información del Consejo Nacional de Evaluación de la
Política de Desarrollo Social (CONEVAL), entre el año 2000 y 2008, la pobreza
alimentaria se redujo en 5.9 puntos porcentuales, lo cual equivale a 4.2
millones de personas en situación de pobreza alimentaria.
De acuerdo con el Consejo Nacional de
Población (CONAPO) la esperanza de vida en México durante la década de los años
30, era de 35 años para las mujeres y de 33 años para los hombres, y esta cifra
se incrementó, para el año 2010, a 78 años para las mujeres y 73 años para los hombres.
A pesar de estos rezagos, la sociedad
mexicana pasó de ser una sociedad relativamente pobre a una sociedad con cada
vez más y mejores satisfactores, incluyendo aquellos que transforman la forma
de vivir y elevan la esperanza de vida al nacer.
Si bien durante los años 70 y 80, el
país estuvo sorteando periódicas crisis económicas en las que se vieron dañados
el crecimiento económico, el desarrollo de las personas y la movilidad social,
en la última década estas crisis se han agudizado y con ellas la brecha entre
pobres y ricos. La convivencia entre la gente de escasos recursos y los
estratos más favorecidos en la dinámica económica ha provocado tensiones en la
sociedad que se han agravado en los últimos años, incubando un germen de
descomposición social que a su vez ha degenerado en violencia, el crecimiento
de la economía informal, el narcotráfico y otras formas de delincuencia
organizada.
También es un hecho que no todos los
mexicanos tienen las mismas oportunidades para lograr la movilidad social, lo
que provoca que las brechas entre las clases sociales se vayan agrandando. Otros
factores que influyen en el crecimiento de dichas brechas son los cambios
estructurales, cambios tecnológicos y el desarrollo de la economía del
conocimiento. La gran pregunta es: ¿se podrá ir a un ritmo más acelerado? Y, si
es esto posible, ¿cómo?
¿De qué tamaño es la
necesidad?
Hoy, México cuenta con casi 80 millones
de personas en edad laboral (mayores de 14 años), de las cuales el 94% está
ocupado en alguna actividad económica y presentan los siguientes niveles de
escolaridad: estudios superiores 18%; bachillerato 17%; secundaria 32% y
primaria o menos 33 porciento.
Cada vez es mayor la cobertura de la
educación superior, pero todavía se observa una cantidad importante de personas
que no cuentan con una formación académica que les permita tener herramientas
para obtener empleos mejor remunerados. Por otro lado, también es otra realidad que hoy contar con
estudios superiores no es una garantía de tener un empleo, y el tener un empleo
actualmente tampoco significa que sea bien remunerado.
En México hay actualmente 2.5 millones
de estudiantes en instituciones de educación superior aproximadamente, de los
cuales se incorporan al mercado laboral cerca de 500 mil cada año. Asimismo,
existen aproximadamente 3.9 millones de estudiantes a nivel bachillerato de los
cuales cerca de 800 mil cada año no ingresan a la universidad. Si se suman los
egresados de estudios superiores (500 mil) más los egresados de bachillerato
que ya no continúan sus estudios en la universidad, (800 mil) se necesitarán
cada año cerca de 1.3 millones de empleos, sin tomar en cuenta los rezagos de
años anteriores.
El año 2010, de acuerdo con información
de la Secretaria del Trabajo, se generaron 750 mil nuevos empleos formales, un
logro sin precedentes, sin embargo parece insignificante al contrastarlo con la
necesidad existente.
Y, las otras 550 mil personas que no se
incorporaron al mercado laboral, ¿a qué se dedicarán?; ¿quién debe generar
estos empleos (no solamente es el deber formal, sino el deber moral)?; ¿no
serán aquellos, los que tengan mayor capacidad y esa vocación profesional, los
que deben buscar la forma no sólo de conseguir empleo, sino además dar empleo a
otros?;¿cuál es el perfil de los egresados de las instituciones de mayor
prestigio en México?; ¿a qué se dedican cuando egresan?; ¿cuántos de ellos
deciden fundar nuevas empresas que generen el desarrollo económico e impulsen
el desarrollo de nuevos empleos?
Muchos empresarios se han formado en “la
calle” y no en las universidades, sin embargo, las experiencias en otros países
demuestran que el alto contenido de innovación y tecnología que tienen los
modelos de negocio actuales requieren una forma distinta de operar. Esa innovación
y desarrollo tecnológico ya se está generando en las universidades mexicanas,
pero falta un Ecosistema de Innovación y Emprendimiento que los vincule de
forma eficaz al mercado, con las empresas, con los emprendedores y con los
inversionistas.
Emprendedores del cambio, ¿cuál será su
origen o dónde se formarán? ¿Será posible que ya estén entre nosotros los Bill
Gates o los Steve Jobs mexicanos, o que ya hayan nacido los nuevos Carlos Slim,
Lorenzo Servitje o Lorenzo Zambrano?; somos 112 millones de mexicanos, de los
cuales requerimos muchos emprendedores innovadores que puedan lograr una justa
distribución de la riqueza, la autosuficiencia alimentaria y en general la
justicia social, durante los próximos años.
Mi experiencia en algunos comités de
fondos de capital privado que invierten en nuevas empresas me lleva a
comprobar, no sin tristeza, que la mayoría de los emprendedores que se acercan
a estas alternativas de financiamiento ¡son mexicanos que estudiaron en el
extranjero!, ¿qué está pasando en México?, ¿será necesario hacer algo distinto
para preparar nuevos emprendedores que puedan transformar al país?
¿Cuál es el rol de las instituciones de
educación superior en México en la formación de emprendedores?, ¿están
diseñados los planes de estudios para lograrlo?, ¿cuentan con los medios?, ¿asumen
esta responsabilidad?
México necesita alternativas de solución
que partan de la sociedad. Ya no podemos esperar, cada seis años, una solución
“casi divina” que reconstruya el país y encauce todos nuestros esfuerzos.
México necesita más organización e inteligencia en muchos líderes de su
sociedad más que un caudillo que nos proponga un camino nuevo. La
responsabilidad y tarea de ponerse de acuerdo es de todos los actores
involucrados, la clave será la generación de empresas de alto valor que permita
detonar el crecimiento económico necesario en nuestro país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario