domingo, 28 de octubre de 2012

¿Cuál es la mejor edad para emprender?


Existen varias posturas respecto a cuál es la mejor edad para emprender. Muchos piensan que entre más joven mejor, porque lo propio en la gente joven es buscar ideales grandes sin reparar demasiado en el esfuerzo que implican, es la edad de ir en busca de los sueños. Muchos otros piensan que justo es en una mediana edad en la que se cuenta con la madurez suficiente, las capacidades desarrolladas y la experiencia necesaria para un proyecto de envergadura como lo es emprender.

Es en la juventud cuando se cuenta con la energía suficiente para arrojarse a conseguir ideales grandes; en esa edad se cuentan con muy pocas cosas como realmente propias, lo que hace que el riesgo de una persona de esa edad sea visto de forma natural: no se tiene nada que perder. El no contar con los compromisos que representa una familia formada, hijos, deudas, etc., hace que los jóvenes con perfil emprendedor se lancen a grandes aventuras. Sin embargo también es evidente que a esa edad el conocimiento y experiencia que se puede tener sobre ciertos sectores de la economía son escasos, lo cual los imposibilita para contar con ciertos criterios de decisión.

Por otra parte, las personas más maduras, que tienen toda la experiencia y viven de cerca las oportunidades de un sector, muchas veces ya no tienen el mismo nivel de riesgo que en su juventud; ya tienen familia formada, compromisos económicos, hipoteca, créditos, etc. No existe una combinación perfecta: cuando se tienen las condiciones ideales falta la experiencia, y cuando se tiene la experiencia la capacidad de riesgo baja.

¿Será entonces la edad una limitante, o más bien se convierte en un activo? La realidad es que hay casos de éxito de emprendedores muy jóvenes y hay otros menos jóvenes con más kilometraje recorrido y en algunos casos con experiencia y recursos para soportar las primeras etapas de un startup. Tal vez, más que la edad, es una combinación de varios factores, entre los cuales la edad es uno de esos elementos que no son determinantes, más bien son otros los que más influencia tienen en la decisión, entre ellos podríamos mencionar:

1)      Contar con un proyecto que genere ilusión, que logre apasionar al emprendedor, para ello no hay edad. Sin ilusión difícilmente se avanza a gran velocidad si se tienen riesgos en el camino.

2)      Algunas heridas de batallas anteriores. Se dice por ahí que el aprendizaje es directamente proporcional al dinero que pierdes, por eso, cuando iniciar un startup va precedido de un fracaso, representa contar en el inventario, experiencias de mucha utilidad, huellas de guerras anteriores. Hay experiencias que perjudican, las heridas de batallas son una gran herramienta si las sabes procesar adecuadamente. Si el fracaso llega a temprana edad capacita inmejorablemente para las batallas posteriores.

3)      Contar con un flujo mínimo que permita tener la serenidad suficiente para los primeros pasos; o bien si no se cuenta con él, salir con toda la audacia y energía suficiente porque no hay margen de maniobra. Esto ayudará a soportar de forma adecuada el riesgo inminente de un inicio.

4)      Validar suficientemente la oportunidad. Con las mejores herramientas a tu alcance intentar probar la oportunidad del mercado desde la perspectiva del cliente y asegurarse de su escalabilidad, diferenciación y su sostenibilidad en el tiempo.

5)      Confianza en sí mismo. Con el talento suficiente y el trabajo a tope, cuantas cosas grandes se logran.

La edad no siempre da experiencia, y en otras ocasiones la experiencia no siempre es útil, en algunos casos la experiencia se convierte en un estorbo porque está llena de paradigmas que no permiten enfrentar el futuro, en ese sentido hay experiencias que perjudican, que hacen daño.

Más que pensar en una edad, será necesario pensar que lo verdaderamente para emprender es tener la madurez suficiente para entender la magnitud del proyecto que vamos a comenzar y el nivel de riesgo en el que nos vamos a meter. Reflexionar con relación a, si contamos o no con las capacidades necesarias para sacar adelante un proyecto, lo cual, en caso de ser negativo no nos debe impedir lanzarnos, sino más bien, nos ayudará a pensar sobre cómo encontrar el talento que necesitamos para complementar el nuestro y encontrar salidas que nos ayuden a pensar en el cómo sí.

Para arrancar una empresa se necesita, si tener una oportunidad validada en puerta, pero sobre todo una confianza en uno mismo y una madurez que te lleve a darte cuenta de tus limitaciones y de la ayuda que necesitas para lograr tus objetivos. Prudencia, para saber qué hacer y en qué momento hacerlo, pero no de esas falsas prudencias que te llevan a no decidir por temor al futuro o por no entender que no hay caminos fáciles, que el único que no fracasa alguna vez es que no se decide a intentarlo.

Un emprendedor es aquella persona que conjuga en presente el verbo actuar, que no se deja llevar por miedos paralizantes, que sabe calibrar aún con cierto nivel de incertidumbre, cuando un proyecto tiene posibilidades de salir adelante.

Muchas de las dificultades surgen hasta después de comenzar, aun cuando se tenga el mejor análisis y la mejor validación del mercado, hay cosas que suceden hasta el momento de la ejecución. De la misma forma hay virtudes que sólo se forman en el camino, no encontrarás ninguna respuesta desde la comodidad de un Starbucks; muchas veces el éxito no surge en la primera vez que se emprende, en ocasiones es hasta la segunda, la tercera o la siguiente.

Si alguien descubre su vocación de emprendedor a una temprana edad, que no lo piense dos veces, que no pierda la oportunidad de revisar que sectores son los que más le apasionan, las que más le divierten y le generan mayor interés. Si esta vocación se descubre un poco más tarde, ya se tendrán elementos suficientes para analizar oportunidades en aquellos sectores que más conoces, siempre hay dolores en mercados atractivos que son desatendidos, ¡ahí están las oportunidades!

En la juventud o con mayor edad, lo más importante es contar con la madurez y la audacia suficiente para lanzarse, aún con los riesgos que implica la aventura de generar riqueza para nosotros y para los demás, dejando a un lado la seguridad de un ingreso fijo, es parte de la naturaleza de un emprendedor. Es necesario estar preparado para todo, principalmente para manejar el éxito y el inevitable crecimiento, pero también es necesario estar preparado para el fracaso, para intentarlo una vez más de ser necesario. Las ilusiones de triunfar, no tienen edad.

Jorge Peralta

@japeraltag


@innovadisrup

sábado, 20 de octubre de 2012

El cliente no es adivino, ¿Comunicas bien?


Tal vez uno de los aspectos que se toman en cuenta al último en la formación de un startup es de la imagen que proyecta; pensamos que el talento para diseñar un modelo de negocio servirá para comercializarse sólo y sin mucho esfuerzo.

Es muy probable que existan otras opciones en el mercado para cubrir muchas de sus necesidades y esto hace necesario que se tenga una comunicación correcta, en primer lugar para darse a conocer y después de que es conocido por el mercado objetivo, lograr atraerlo de tal forma que se decida a probar, que rompa el miedo a probar. Si logramos hacerlo la primera vez y el cliente percibe valor, tendremos posibilidades en el futuro.

Ese proceso de decisión de compra pasa principalmente por los atributos que resuelven la necesidad, sin embargo la primera impresión puede ser determinante. Esa primera impresión que deja el trato con el emprendedor, así como con la imagen de la empresa vale oro. No se trata de poner reglas de etiqueta, más en un tiempo en el que ciertas prendas de vestir como la corbata comienzan a ser artículos pasados de moda; pero al menos parecer lo que decimos ser.

La imagen es una combinación de ciertos factores que trataremos de explicar a continuación:

1)      Nombre de la empresa. Se puede pensar en un nombre abstracto que tenga un simbolismo para los fundadores pero que ofrezca un mensaje adecuado. Se puede pensar también en un nombre que refleje exactamente lo que se pretende ofrecer, es decir que en el mismo nombre este contenido tácitamente lo que se ofrece. Convendrá evitar nombres que limiten desde el nacimiento la escalabilidad, como por ejemplo: Helados de Tocumbo, pues será difícil imaginarse esos Helados en otro lugar que no sea Tocumbo. (Por cierto, por raro que parezca el nombre Tocumbo es un lugar en el Estado de Michoacán, México donde se inventaron las paletas heladas y donde se ha ganado fama por la buena calidad de los helados). De las misma forma ponerle a una empresa el apellido de sus fundadores tal vez no sea el mejor camino, aunque puede haber excepciones. Motores Ramírez o aún con apellido más rimbombante: Motores Jackson tampoco parece ser la mejor idea.

2)      Logo. Pensar en una imagen que refleje los valores de la empresa, tanto en forma como en colores, combinaciones y también tipografía. Muchas empresas registran marcas y logos diferentes a los del nombre de la empresa que más bien se constituye como una razón social solo para efectos fiscales pero que no se usa como referencia para ninguna comunicación. Cuando una persona ve el logo debe recibir un mensaje adecuado a lo que se es. Quien no recuerda logos famosos de startups de época, como Apple, Microsoft, Dell, etc., con ver el logo sabemos de que se trata.

Estas dos herramientas son tal vez el primer tema de referencia cuando se habla de una imagen de empresa, es lo mínimo indispensable para salir a la calle y comunicarle al mundo quienes somos, que hacemos, que nos hace distintos y mejores a los demás.

Tal vez el punto más obvio, pero también el más complejo es que los emprendedores deben creerse lo que son, que la imagen que reflejan corresponda con la realidad y también corresponda con los valores que quieren proyectar al mercado. Nada más importante que ese primer contacto que tiene el cliente potencial con la empresa, desde que conoce a una persona que lo visita por primera vez, su puntualidad, su pulcritud, sus capacidades de comunicación, su tarjeta de presentación, que vengan sus datos con claridad y facilidad. Si tú mismo no te crees de lo que eres capaz, los demás tampoco lo harán.

OTRAS HERRAMIENTAS DE COMUNICACION

Es típico encontrarse con tarjetas de empresas que tiene su correo con Hotmail o con yahoo, ¿Qué no podrán registrar un dominio para tener sus propios correos institucionales? O será posible que tengan un teléfono adicional al de su domicilio particular, son detalles que parecen sin importancia pero que definitivamente afectan la imagen de una empresa, aún cuando se trate de un startup de reciente creación.

Ya que la empresa está en funcionamiento existen otras herramientas de comunicación, como puede ser su sitio web (registrar el dominio, aún cuando sólo aparezca que está en construcción), sus presentaciones a clientes, algún video corporativo, su twitter, su facebook; estas últimas serán de gran ayuda para que a un costo muy adecuado se publiquen temas de interés para los clientes y que refleje los productos y servicios que una empresa está ofreciendo. Cuando las herramientas de redes sociales no se alimentan continuamente con información valiosa y se establecen como un canal de comunicación abierta con los clientes, pierden su razón de ser y se vuelven un mero artículo decorativo.

Lo más importante es que exista congruencia entre la imagen personal de los emprendedores, el nombre, el logo, el sitio web, las tarjetas, las presentaciones, etc. CONGRUENCIA EN LA COMUNICACIÓN es la clave.

Existen otros elementos de comunicación no verbal pero que cómo hablan de un emprendedor y de su startup: puntualidad en las reuniones, lo ordenado de un lugar para recibir visitas, el cumplir en las fechas acordadas para propuestas, para entregas, incluso para pagos, y si por alguna razón no se podrá cumplir con lo acordado adelantarse y avisar para que los demás no estén esperando infructuosamente, haciéndolos además perder el tiempo.

Parece que todas estas cosas solo son detalles, pero es en detalles donde se conoce el valor de las personas y como decía el maestro Joan Ginebra: “las empresas terminan pareciéndose a las personas que las dirigen”; más vale que pronto tengamos propósitos de mejora en esta materia, para que luchemos por mejorar la imagen y también la realidad de lo que queremos comunicar.

Jorge Peralta

@japeraltag

www.innovaciondisruptiva.mx

domingo, 14 de octubre de 2012

Alegría, ¡que bien le va a un emprendedor!


Una de las virtudes más gratas y más útiles que puede tener un emprendedor. Ya de por si el camino del emprendedor es un camino de incertidumbre, más vale que éste se acompañe de la alegría.

Ya hemos mencionado con anterioridad lo importante que es para un emprendedor armar un buen equipo de trabajo, cada vez es más difícil que un emprendedor, camine por la ruta de formar una empresa sino es acompañando de personas talentosas, lo cual no será posible lograr con caras largas.

La alegría, surge en primer lugar de la certeza de hacer lo que más nos gusta, de disfrutar profundamente nuestra actividad, pero ¿Qué sucede cuando los resultados no son los que esperábamos? ¿En esas circunstancias se pierde la alegría? El origen de la alegría no está en el resultado de nuestro trabajo sino es algo más profundo, resultado de una alegría interior que nace de la decisión sobre cómo vamos enfrentando la realidad que nos toca vivir. Quien se deja afectar por las circunstancias externas elige pasársela mal, quién elige que su paz interior es más importante que las dificultades externas elige la serenidad que viene del interior.

Luego entonces la alegría es compatible con los éxitos y las dificultades porque no tiene su origen en lo externo, la alegría viene de adentro, del convencimiento de estar haciendo algo valioso para nosotros, de estar sacando adelante nuestra vocación profesional y de estar haciendo algo valioso por los demás.

La alegría es muy importante, para no dejarnos llevar por el pesimismo imperante en nuestra sociedad, muchas voces, las cuales pareciera que se ponen de acuerdo para advertirnos lo difícil que es arrancar una nueva empresa, sugiriendo siempre esperar momentos mejores. Nunca hay momentos mejores, se hacen mejores con la actitud y con el convencimiento de que tienes todo para ser exitoso.

No será posible de armar un equipo de gente valiosa, si además de lo valioso del negocio, no somos capaces de construir a nuestro alrededor un ambiente cordial, optimista, alegre. Sólo a través de la alegría se pondrán las condiciones necesarias para que el ambiente sea propicio para emprender.

Muchas de las motivos para que las personas no estén alegres tienen que ver con su actividad profesional: levantarse temprano, las dificultades profesionales, el tráfico, las deudas, etc., pero en un emprendedor muchas de esas causas están de alguna forma controladas porque normalmente disfrutan su trabajo, casi que se podría decir que en algunos casos “estarían dispuestos a pagar por trabajar”; tal vez no a ese extremo pero un emprendedor el dinero es una consecuencia de su trabajo no un fin en sí mismo.

En México en particular y en Latinoamérica como una región más amplia, tenemos un futuro prometedor, nuestras poblaciones seguirán creciendo por lo menos los próximos veinte años y nuestras economías crecerán muy por encima de lo que lo harán otras regiones del mundo. Son tan atractivas nuestras regiones para los europeos por el gran atractivo que tienen en comparación a Europa con decrecimientos poblacionales y una crisis económica de la cual no saldrán con facilidad.

En México tenemos grandes retos: educación deficiente, desigualdad, pobreza, corrupción, etc. pero al mismo tiempo, todo para salir adelante: población creciente, economías estables lo cual permite que los nuevos negocios puedan lograr una escalabilidad en forma natural si se encuentra un modelo de negocio con ventaja competitiva sostenible.

Si lo externo es favorable, lo único que hace falta es la decisión y el optimismo, fruto de la alegría, para lograr los éxitos que podrán inspirar a muchos otros. Si estos no llegan tan rápido como se espera, la alegría permitirá poner las bases para perseverar, para no desanimarnos ante las dificultades y ponerse en disposición de intentarlo una y otra vez.

Con alegría es más fácil disfrutar de los éxitos y de los fracasos cuando vengan porque nos ayudará a generar un ambiente adecuado a nuestro alrededor.

Jorge Peralta

@japeraltag

www.innovaciondisruptiva.mx

 

 

domingo, 7 de octubre de 2012

Innovar implica incertidumbre, no innovar implica morir

Mucho se ha discutido sobre si las diferencias entre innovar y mejorar. Muchas personas piensan que cualquier mejora es una innovación, y muchos científicos o académicos piensan que la innovación siempre está fundamentada en un desarrollo científico que ha llegado hasta el mercado. Son dos extremos de una realidad.
La gente común no buscamos innovar solo porque una mañana nos levantamos con espíritu innovador, más bien pensamos en una idea que resuelve una problemática particular de un grupo de personas particular, solo entonces las ideas podrán convertirse en proyectos reales. Todo proceso de cambio genera una resistencia en las personas, es un hecho que forma parte de la naturaleza humana, sin embargo los cambios son necesarios, de otra forma nuestra sociedad estaría paralizada, sin avances.
Nuestra sociedad se encuentra ávida de cosas nuevas, de soluciones a problemáticas que no se han logrado resolver, o simplemente los consumidores se encuentran necesitados de productos o servicios que los cautiven, que los inspiren o que al menos tengan la posibilidad de hacerlos “diferentes” a los demás al tener el último adelanto tecnológico o de otro tipo, ¡pero lo último!; de otra forma no nos podríamos explicar, por ejemplo, que al momento del lanzamiento del iphone 5, ya tuviera dos millones de unidades vendidas; seguramente muchas de ellas de propietarios de iphone 4S, el más nuevo antes del 5 y a menos de un año de su lanzamiento.
Las empresas, luego entonces, siempre buscan la forma de mantenerse vigentes con sus clientes, de darles algo mejor o algo “diferente”              que lo que ofrece un competidor y eso implica la necesidad de innovar, de explorar terrenos desconocidos de buscar alternativas para ponerse adelante, de ser distinto. Sin embargo esta actitud implica riesgos, implica la incertidumbre de intentar cosas que los demás no están haciendo, y que no siempre resultarán exitosas.
Creo que cuando una persona se adentra en terrenos desconocidos en la solución de un problema concreto es cuando está realmente innovando, lo cual implica el riesgo de equivocarse, de fallar, la posibilidad de perder dinero; es ahí cuando entra ese reflejo de buscar seguridades, de buscar mejores prácticas de otros, que nos digan si alguien más ya lo probó y le fue bien. El resultado será que podremos avanzar pero terminaremos haciendo lo que otros hacen.
La innovación requiere siempre cierto grado de incertidumbre, más allá si los cambios o los ajustes que se hagan al proceso, al producto o al modelo de negocio se alejen o no de lo existente, entre más grandes sean las metas que queremos alcanzar  mayor será la incertidumbre en la que te encuentres y por lo tanto se asume un riesgo mayor con las decisiones. El campeón bateador del Beisbol de las Grandes Ligas tiene un promedio de bateo de casi .500 es decir que de cada vez que se para en la caja de bateo solo le pega a la mitad de sus posibilidades, pero siempre intenta conectar aún con el riesgo de salir ponchado porque siempre se mantiene la incertidumbre del lanzamiento que le harán.
Si las decisiones que se toman están orientadas a lograr solo algunas mejoras, estaremos corriendo algo de riesgo pero con muy poca incertidumbre, es decir seguiremos en el camino intentando hacerlo mejor cada día, lo cual no está mal, al contrario ¡es loable!, sin embargo eso no es innovar, y lo más seguro es que nuestros competidores sigan la misma lógica: un poco  de riesgo con baja incertidumbre para no perder lo que se tiene.
Cuando una empresa decide invertir una cantidad importante de recursos en un nuevo equipo que logre hacer más eficientes sus procesos, estará asumiendo un riesgo por la cantidad invertida, pero una incertidumbre muy acotada porque seguirá básicamente en los mismos procesos. Sin embargo cuando una empresa cambiará completamente de proceso para incorporar a oferta una nueva gama de productos que resultarán diferenciadores son lo que hay en el mercado, no solo asume el riesgo de la inversión sino también la incertidumbre de un nuevo mercado o un nuevo target.
Las organizaciones exitosas y maduras son las más proclives a no correr riesgos, o si estos se corren que sea con la menor incertidumbre posible. Pero es algo que pasa en las grandes organizaciones y también en las pequeñas, es un tema más de la visión que tengan las personas que las dirigen, pero qué difícil es cambiar en el éxito, ¡si todo va muy bien para que cambiar!
Hoy la innovación se ha puesto de moda, todo mundo dice que esta innovando, pero no más allá de lo que nos genere incertidumbre, riesgos altos y los saque de la zona de confort. Muchas empresas se aferran al cliente, cuando no lograrán su fidelidad si no son capaces de generarle constantemente satisfacciones valiosas.
La innovación siempre provoca incertidumbre, pero no innovar es la mejor forma de meterse por caminos de una muerte lenta pero segura.
Jorge Peralta
@japeraltag
@innovadisrup