sábado, 10 de mayo de 2014

¿Hace cuánto tiempo que no te re-inventas?


Todas las personas que vamos entrando en la edad de la madurez solemos pensar en lo útil que es la experiencia que hemos adquirido a lo largo del camino profesional y con los “golpes” que te va dando la vida. El proceso de madurez exige descubrir aquellas cosas para las que estamos mejor dotados, ver con claridad nuestros defectos y nuestras virtudes; es decir, la madurez exige un conocernos a nosotros mismos.

Ese autoconocimiento nos va llevando por rutas en las que nos sentimos cómodos, donde nuestra experiencia funciona, donde nos volvemos de alguna forma “expertos” en algún tema. Sin embargo en un mundo en el que se cambian con más frecuencia las reglas, la experiencia adquirida no siempre sirve para enfrentar el futuro.

Existen ciertos aprendizajes significativos, que van dejando huella en nosotros los que nos van transformando por dentro para bien y para mal. El ser humano se siente cómodo al ir generando costumbres, ciertos modos de proceder que se convierten en su ruta segura, en aquella donde sabe las reglas, el camino, los riesgos, los peligros, etc.

Ante un futuro incierto, en el que frecuentemente se cambian las reglas del juego, la experiencia no nos será siempre de utilidad, incluso en ocasiones será un ancla que nos impida avanzar más rápido por caminos en los que no sabemos la ruta, en caminos donde no podemos saborear la comodidad de sentirnos expertos.

Ante esta panorama hay dos alternativas, nos seguimos considerando expertos con el riesgo de cada vez saber más de muy pocas cosas, o seguimos ávidos de aprender cosas nuevas, dejando atrás nuestros paradigmas, investigando, explorando, sin perder el ímpetu por caminar rutas inexploradas, por desarrollar nuevas capacidades, por comenzar una y otra vez, de la misma forma como en la juventud cuando queríamos aprender algo. Para decidirse a aprender cosas nuevas, cualquier edad es buena.

“ No es cierto que la gente deje de perseguir sus sueños porque envejece, más bien envejece cuando deja de perseguir sus sueños”: Gabriel García Márquez.

Las personas necesitamos reinventarnos periódicamente, tan frecuente como lo señale nuestra intuición o con la velocidad con la que la realidad nos diga que nos estamos quedando obsoletos. Ante estos cambios, tenemos nuevamente la disyuntiva: vamos por delante proponiendo el futuro o vamos a la cola del tren, rescatando lo que se pueda ante una realidad que cambia de forma vertiginosa. Cambiar voluntariamente con el deseo constante de avanzar y mejorar es parte del secreto de la felicidad.

Luis Huete, en su estupendo libro “Construye tu Sueño” comenta que las personas debemos reinventarnos aproximadamente cada 7 años, tiempo suficiente para renovar nuestra propuesta, para renovarnos nosotros mismos. Para plantearnos un nuevo camino profesional para construir nuevas capacidades que pongan en una posición más competitiva y en resumen más satisfechos con nosotros mismos.

Vivimos un mundo en el que la contribución pesa más que el currículo, hoy los títulos son para comprobar que pasamos por una aula no para mostrarlos como una garantía de capacidad. La capacidad se ve en el saber hacer y en el esfuerzo por mantenerse vigente.

Hoy, no es suficiente tener un título universitario, lo más probable es que muchas de las cosas que nos enseñaron hace 15 o 20 años ya estén pasadas de moda, y necesites una actualización constante. ¿Cuántos libros lees al año?, ¿Desde cuándo no te enteras de los últimos adelantos de tu profesión?, si no te gusta lo que haces ¿Te has planteado seriamente dedicarte a otra cosa?, ¿Has considerado volver a las aulas a estudiar o a enseñar, que es una buena forma de obligarse a estudiar? Hoy que la tecnología permite te pone al alcance de tanto conocimiento ¿Cuál es tu postura? ¿Has perdido el hábito de estudio y de la lectura?

Los títulos universitarios pueden ser una gran herramienta, si nos sabemos apoyar en ellos para seguir construyendo; pero si no lo hacemos, se convertirán en una cadena que nos dará una seguridad temporal pero que en poco tiempo se convertirá en un lastre por su obsolescencia.

Reinventarse periódicamente será el reto de cualquier profesional que quiera ser protagonista en el mundo en el que vivimos, de otra forma irremediablemente seremos espectadores, esperando a que el mundo cambie para protestar y luego para cambiar por obligación. No se si sean siete años el período adecuado, como sugiere Luis Huete, pero percibo que cada vez más ese tiempo se acorta. Lo más importante será mantenerse en el camino, para ser piezas inacabadas que siempre buscan el reto de ser mejores cada día.

Piensa si estas en la punta de lo que haces, si vas por delante o te estas comenzando a exigir poco; no te dejes llevar por la comodidad, será una mala inversión en tu futuro.

¿Y tu hace cuanto tiempo que no te reinventas?

Jorge Peralta
@japeraltag

www.innovaciondisruptiva.mx



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