sábado, 2 de mayo de 2015

Actitud innovadora ¿cambiamos por las buenas o por las malas?

Hace algunas semanas en un taller de innovación para una institución educativa surgió el comentario de un funcionario de muchos años en esa universidad diciendo: ¿En verdad es necesario cambiar? Pero vamos bien, ¿Porqué tendríamos que hacerlo?

Creo que en el fondo tiene un poco de razón, el cambio no es algo fácil, implica el esfuerzo de pensar hacia donde cambiar, pero sobre todo implica el riesgo de no lograr lo que quieres, de invertir tiempo, dinero y dedicación sin la certeza de que aquello saldrá bien.

Es claro que lo que nos impide el cambio pasa por dos vertientes:
  • Que nos falten motivos para soñar
  • Que nos de miedo el resultado del sueño 
Ambas son actitudes personales que son el resultado de nuestro proceso mental, de cómo somos, de cuanto soñamos, de la capacidad de riesgo que tengamos, de lo que ponemos en juego cada vez que consideramos perder lo que tenemos ¿Qué papel juegan las emociones al momento de innovar?

En ocasiones pasamos por momentos en los que las buenas ideas escasean, pero en otros parece que lo que sobran son buenas ideas y lo que falla es nuestra capacidad para llevarlas a la práctica. Justo esos dos elementos son caras de una misma moneda, al igual que el proceso creativo : La creación y la concreción.

En el proceso creativo, el equilibrio entre el pensamiento divergente y el pensamiento convergente nos lleva a concretar una buena idea, así la persona debe equilibrar el tiempo para crear y el tiempo para ejecutar. Ambos son necesarios e indispensables si se quiere que el proceso creativo tenga un resultado concreto.

Justo cuando comenzamos este proceso de cambio debemos considerar algunos aspectos de nuestra actitud:
  • ¿Cuál es la opinión que tienes sobre ti mismo y sobre tu equipo?
  • ¿Qué te provoca el proyecto que se quiere desarrollar?
  • ¿Qué es lo que te motiva a arriesgar lo que tienes ahora?
  • ¿Estamos dispuestos a poner los medios para lograr el cambio?

Si, las tres son temas que pasan más por lo emocional que por la objetividad de los números. Obviamente ya hiciste previamente los números y te permiten dimensionar correctamente el fruto y los medios que necesitas para lograrlo, pero en el fondo, esos números también son una apuesta, es la manera de medir un poco los riesgos y disminuir la incertidumbre.

En el fondo, si no tienes un gran sueño que perseguir, las armas mínimas para enfrentar el reto y una motivación grande para hacerlo, difícilmente lo harás y cualquier reto se convertirá en una montaña, no porque sea imposible de subir sino porque no estarás preparado para subirla.

Cuando una organización se decide a innovar lo hace básicamente por dos actitudes:

La actitud pro-activa cuando:
  • Quiere construir competencias en la organización que las lleve a enfrentar mejor los cambios en su mercado
  • Quiere construir ventajas competitivas que las lleven a diferenciarse e impactar su rentabilidad
La actitud defensiva:
  • Cuando el cambio ya llego y no le queda otra, o cambia o muere. 

Ambas actitudes pueden ser efectivas, sin embargo, cuando se comienza por una actitud defensiva y no se logra dar el brinco a la actitud pro-activa, la organización sufre un desgaste muy importante que daña a la organización porque se manda el mensaje que el cambio sólo viene provocado de fuera.

La innovación no esta sólo en el mundo de los grandes sueños y grandes planes, esta también en la actitud de la organización ante temas de menor relevancia como la forma en la que se castiga el error, el ambiente de trabajo, los horarios, el espacio de trabajo, la forma en la que se paga, la libertad con la que las personas piensan y proponen cambios menores.

En todo ello, en las cosas pequeñas, es cuando se ve cuando una organización tiene la flexibilidad suficiente para un proceso de cambio o sigue instalada en una organización tradicional donde los cambios solo son verticales, donde sólo la cúpula es la que esta autorizada para pensar. Cuando la actitud de cambio no trasciende a toda la organización será más difícil cualquier cambio y cualquier adecuación al modelo de negocio.

La innovación requiere de técnica y herramientas, pero principalmente requiere de una actitud innovadora y esa sólo se procesa en el persona, es la que al final anticipa si la innovación tiene futuro o no en nuestra organización.


Todo cambio requiere recursos, pero más aún requiere actitudes. El proceso siempre termina definiendo si la persona y la organización de verdad quieren formar parte de ese futuro o si sólo lo verán pasar. Si se decide a cambiar, queda pendiente decidir si ese cambio se dará por buenas razones que surgen de nosotros mismos o si cambiamos sólo por que no nos queda de otra. 

Al final podría decirle a la persona que me preguntó en el taller de innovación si era obligado cambiar:

El cambio no se detiene, solo hay que decidir si el cambio será por las buenas o por las malas

¿Tú que opinas?

Jorge Peralta
@japeraltag

www.innovaciondisruptiva.mx
@innovadisrup


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