sábado, 28 de febrero de 2015

¿Tienes un plan o apagas incendios?

En la cotidianeidad del trabajo profesional nos encontramos siempre con la decisión de priorizar las actividades que ocupen nuestra jornada. Aunque hagamos muchos planes, la realidad rebasa lo que hemos programado y terminamos haciendo actividades que no están contempladas, siempre existe algo que nos mueve el plan original.

Suele suceder que cuando estamos a punto de comenzar con la actividad que nos habíamos programado surgen otros temas que nos hacen postergar su inicio. Nuestro proceso mental nos lleva a preferir otras actividades cambiando nuestra agenda, dando como resultado dejar para otro momento actividades que considerábamos importantes y que pensemos muy adentro de nosotros: ¡No me alcanza el tiempo! ¡Quiero días de 30 horas!

¿Cuáles son los motivos que nos llevan a cambiar una actividad importante?

Tal vez convenga comenzar con uno que suele ser un poco penoso, pero que es muy común, el dejarnos llevar por la pereza. No me refiero a una pereza escandalosa que podría significar quedarnos acostados en nuestra cama sin tomar en cuenta el reloj; me refiero a esa pereza más sutil que nos lleva a desarrollar actividades placenteras que implican menor esfuerzo como por ejemplo meternos a nuestros sitios web favoritos, a consultar los resultados deportivos del fin de semana, a revisar un video en YouTube que nos recomendaron, a meterle minutos valiosos al Facebook o a Twitter, y que impiden cumplir con lo que tenemos agendado.

La recompensa inmediata nos mueve, sin embargo nos damos cuenta que por ese camino terminaremos no haciendo lo que debemos hacer. Tal vez algunas recomendaciones nos podrían ayudar a mantener la atención de acuerdo con nuestro plan:

  • Armar una agenda con horario aproximado, que se pueda modificar si algo verdaderamente importante sucede pero que nos de una guía sobre los horarios de comienzo y te término.
  • Dedicar un espacio a pausas programadas que nos permitan descansar la mente, recuperar nuestra capacidad cognoscitiva y que nos permite responder un correo o hacer una llamada pendiente. 
  • Tener a la mano el material de trabajo necesario para evitar idas al auto o dedicarle tiempo a buscar cosas que podríamos preparar con anticipación.
  • Evitar distracciones voluntarias en el Facebook, navegando sin sentido en la web,  en tus chats de Whatsapp, en ningún lado esta escrito que todo lo debas responder inmediatamente, así que no caigas en el vicio de la hiper-conectividad. 

En conclusión, como decía San Josemaría: 

"estar en lo que haces y hacer lo que debes"

Tal vez convenga hacer un poco de examen y evaluar como ha sido tu semana, si has sacado las cosas que te habías propuesto o si has postergado actividades que son importantes y que las vas dejando para después. Todos podemos sufrir de una semana especialmente intensa que nos impida sacar adelante los pendientes relevantes, pero si eso nos sucede una semana y otra, tal vez estemos ante un problema de naturaleza distinta, estemos ante un vicio difícil de desarraigar, en el vicio de la gente “eternamente ocupada” sin tiempo y estresada.

El vicio en el que cae permanentemente el “bombero” el que se la pasa apagando fuegos dejando para después temas relevantes y sacarlos de último minuto con una calidad menor a la esperada y con resultados menores a los esperados.

Tal vez los siguientes tips de podrían ser de utilidad para dejar de ser “bombero”:

  • Reserva tiempo de la agenda para los temas relevantes, así como si fueran una cita con un cliente, evitando moverlos a no ser de que se trate de algo verdaderamente importante pero moviéndolos a otro día y hora específica.
  • Revisión semanal de las horas que le dedicas a tus distintas actividades, para darte cuenta si estás empleando demasiado tiempo a temas de “recompensa inmediata” pero poco relevantes y con poco fruto para ti en este momento.
  • Detecta las cosas que frecuentemente dejas para después y reflexiona la razón, si es porque “las persigue la mala suerte” o porque estás postergando temas que no te gustan. Revisa su prioridad y si debes asignarles la categoría de relevantes atiéndelas como el punto 1.
  • Delega o busca externos que puedan ayudarte con el exceso de trabajo. Tal vez convenga revisar si necesitas reforzar tu equipo con algún talento adicional.
  • Analiza si estas cumpliendo con tus compromisos de agenda o si estas dejando cosas para después cuando tenían cierta prioridad. No dejes las cosas para “cuando tengas tiempo” porque seguramente las dejaras para nunca.
  • Revisa tus números y analiza si esa actividad que realizas esta dejando los frutos que esperas o tal vez debas reorganizar tus prioridades.

El orden exterior casi siempre esta relacionado con el orden interior, tal vez debas revisar tus prioridades, tus propósitos, tu nivel de decisión y la disciplina mental que exige cualquier actividad exigente. Si no eres capaz de avanzar en esta lucha personal por dominarte a ti mismo difícilmente podrás llegar lejos.

Entonces ¿Apagas incendios o realmente trabajas? ¿Tú que opinas?

Jorge Peralta
@japeraltag

@innovadisrup



sábado, 21 de febrero de 2015

ESTRATEGIA, un concepto prostituido

Hace 20 años cuando terminaba el MBA, se lanzó una encuesta entre los participantes de esa promoción, con el objetivo de definir cuáles habían sido los mejores profesores. 

Hubo algunos en los que todos coincidimos por la honda huella que habían dejado en cada uno de nosotros, sin embargo hubo otros en los que el grupo se polarizó un poco, y esa apreciación tenía que ver más con los estilos, es decir más con un tema de forma que de fondo. Aquellos que cuestionaban más el estatus quo y nos sacaban de una zona de confort de una manera más radical eran menos apreciados.

Al paso del tiempo, los años sirven para valorar cuáles fueron los profesores que verdaderamente dejaron huella, aquellos que te dejaron un aprendizaje verdaderamente significativo. La mejor forma de identificarlos es el ver cuáles aprendizajes han pasado la criba del tiempo y cuáles han madurado junto contigo; es decir no sólo la forma en la que te impactaron en su momento, si no aquellos que van formando parte de tu acervo, de tu forma de enfrentar y resolver los problemas.

No es la primera vez que hablo de él, del estupendo Profesor Joan Ginebra al que sigo viendo aún cuando sea esporádicamente para platicar y polemizar, no se puede dialogar con él más de 15 minutos sin tener un tema polémico que comentar. Tal vez la razón de esa forma dialéctica de dialogar es porque siempre toma una posición sin medias tintas y sin la preocupación de si va a agradar o no, siendo fiel a su forma de pensar. Se puede estar de acuerdo con él o no pero siempre dará una opinión razonada de porque piensa de una forma u otra.

En esas épocas de estudiante nos pedía no usar la palabra estrategia; ¿la razón? La forma en la que la palabra se había prostituido. El colocar el adjetivo “estratégico” a tantos asuntos ordinarios la estaban convirtiendo en una palabra con muchas significados difusos. Estratégico era sinónimo de importante, indispensable, prioritario, etc. Sin darnos cuenta que la palabra estrategia significaba algo más que un plan, y era precisamente la forma en la que haríamos ese plan “nuestro” completamente distinto a los demás, algo así como lo que nos distingue en el mundo. El no usarla por varios años nos ayudó a no confundirla con otros términos, a no abusar de ella y a no usarlo para complicar un lenguaje sin contenido para hacerlo parecer "especializado".

Posteriormente, en los 80´s y 90´s la estrategia formó parte de los planes de las empresas como un intento de ver hacia el futuro y entonces se confundió la estrategia con la estructura, con herramientas más de economista que de empresario para definir ciertos escenarios en los que una empresa podría encuadrarse, entendiendo la estrategia más como un sector que como una unidad económica independiente;  entonces se comento hablar de la estrategia de “costos” de la estrategia de “diferenciación” como si se pudiera hablar de estrategias genéricas.

Ya desde ese tiempo se volvió esencial en cualquier planeación hablar de conceptos tan difusos como la misión, visión y valores que un buen número empresas le dedican un tiempo valioso pero que desafortunadamente muchas es veces infructuoso porque se convierten en declaraciones muy emotivas pero poco efectivas, que no dicen mucho sobre la forma en la que una empresa compite sino es solamente un cúmulo de buenos deseos.

Hoy que sea ha puesto de moda el uso de herramientas visuales para la construcción de modelos de negocio, se convertido en un tema obligado en la formación universitaria y se hacen grandes esfuerzos para que se usen estas herramientas. El Business Model Canvas del Profesor Osterwalder es una gran aportación a la comprensión de la estructura que debe lograr cualquier organización para ordenar y dar congruencia a sus elementos clave. Es un gran paso utilizar el canvas para tener orden mental pero no es una panacea que lo resuelve todo.

Sin embargo lo que verdaderamente hace distinta a cualquier organización es la estrategia que luego puede plasmarse en un canvas o en alguna otra herramienta para estructurar esa idea que es tal vez la característica distintiva de una organización, lo  que le permite ocupar en el mundo un lugar único y diferenciarse de los demás.

La verdadera lucha de una organización no esta solamente en ser la mejor sino en ser diferente y ofrecer algo propio y útil al mundo

Una idea de negocio, por brillante que sea, no es una estrategia; tampoco se trata de un plan de cómo se va estructurando esa idea, ni tampoco de un objetivo como en ocasiones sucede con lo que se llama “visión” (vamos a ser los mejores productores de tal o cual cosa). No, la estrategia consiste principalmente en definir cuáles son aquellas cosas que te harán distinto a los demás, entender la razón última de porque algunas personas preferirán hacerlo contigo y no con otros, 

entender por qué te compran los que te compran y por qué no te compran los que no te compran, 

como solía decir otro de mis grandes profesores Alejandro Fernández Villa.

De esta forma que no se requiere solamente una gran capacidad de observación del entorno, sino una definición de que sea hará con ello, por eso no pueden existir estrategias genéricas, la estrategia es única y obedece a lo que sucede el entorno pero sobre todo es decisión de quien dirige, la estrategia es una elección del futuro, definir dónde queremos estar y que pasos vamos a dar para lograrlo.

Mi nuevo proyecto consistirá en diseñar una herramienta visual que al mismo tiempo permitirá definir los elementos claves de un modelo de negocio para una idea que se encuentre en fase temprana y también provocar la construcción de una estrategia que permita dar identidad a la idea, para que esta idea ocupe un lugar en el mundo y que no sea una más. Un esquema que permita construir una idea diferenciada, algo que permita dejar huella, porque esta claro que sólo lo que deja huella transciende y lo que no se perderá rápidamente en el tiempo.

Sin estrategia no hay una definición clara de en que queremos distinguirnos de lo demás, y sin un esquema de modelo de negocio no se clarifica cual es la estructura que requiere una estrategia para hacerla operativa. Sin esta conjunción, tu idea corre el grave riesgo de ser una más. ¿Tú que opinas?

Jorge Peralta
@japeraltag


@innovadisrup

sábado, 14 de febrero de 2015

¿Qué vas a ser cuando seas grande?

Seguramente han pasado muchos años desde que te hacías o te hacían esta pregunta. No obstante estoy seguro que recuerdas tus respuestas: futbolista, bombero, astronauta, presidente, policía. Tal vez te pasaba como uno de mis hijos que ante esta pregunta decía: “quiero ser inflador de llantas”; seguramente ese día vio la habilidad con la que un profesional de las llantas realizó la maniobra para cambiar rápidamente y con perfección un neumático del automóvil.

Todos tenemos sueños que cumplir, pero parece que con el tiempo, nos vamos llenando de miedo, nos vamos volviendo objetivos y comenzamos a tomar decisiones más racionales o lo que es peor, dejamos que otros tomen esas decisiones por nosotros. Nos hacemos mayores y nos vamos volviendo prisioneros de nuestras propias decisiones y de nuestros miedos, y sencillamente dejamos de soñar.

Durante esos años de juventud nos dejamos influenciar por aquellas personas que admiramos y que con capaces de generar en nosotros esa admiración, esos que van moldeando nuestra forma de pensar y que van sacando lo mejor de nosotros mismos. De esta forma muchas de las vocaciones nacen en nuestras propias familias; cuantas personas siguen la misma vocación profesional del padre porque lo ven feliz, porque ven la forma en la que disfruta su ocupación, en la que no sólo le sirve para ganarse la vida sino que va formando parte importante de la persona misma.

¿Qué pasa después? ¿Por qué muchas personas pierden el gusto por lo que hacen? ¿Por qué la actividad profesional se convierte sólo en un medio para obtener recursos económicos?

Recuerdo una película mexicana de nombre “Rescatando al soldado Pérez” en la que se hacía una parodia del rescate de un soldado peleando por la causa de los Estados Unidos en Afganistán que es rescatado por un comando encabezado por su hermano, un narcotraficante poderoso. En esa película te das cuenta que el narco se convirtió en narco porque “eran los más ricos, y los que mejor nivel de vida tenían en el pueblo”.

Si no fuera una comedia sería una película trágica, ¿Cuántos mexicanos no quieren ser políticos porque es una forma más fácil de avanzar económicamente? ¿Por qué algunos jóvenes ingresan a las filas de la delincuencia organizada? ¿No será porque son sus modelos a seguir para tener vidas “desahogadas económicamente” y ven que la gente de trabajo no avanza igual de rápido?

Debemos cambiar algo en nuestra sociedad para que muchos jóvenes aspiren a construir sus vidas en ocupaciones nobles que impliquen sacrificios pero que aspiren a formar un país mejor: médicos, empresarios, profesionales de cualquier ámbito de la economía y del conocimiento, pero deseosos de construir sus sueños. Siguiendo los sueños también se pueden lograr ocupaciones profesionales rentables, aún cuando parezca que son caminos con mucho riesgo.

Me dan mucha pena esas personas que en las redes sociales se quejan de su trabajo, de sus jefes, cuando parece que el momento que más disfrutan son las vacaciones, que se ponen felices los viernes y tristes los lunes, como si su trabajo fuera un verdadero martirio. Pareciera que nuestra sociedad se ha convertido en una sociedad de infelices en la que las personas no quieren seguir sus sueños sino que sólo hacen las cosas por la motivación económica.

Debemos darnos cuenta que nunca es tarde, que siempre podemos reinventarnos, y que si hemos tomado decisiones distintas a nuestros sueños de niños estamos ante la encrucijada de movernos y buscar nuevamente alguno de nuestros sueños o convertir en sueño el camino que hemos tomado. Se trata de una decisión personal de ser felices con lo que hacemos, de decidir personalmente ser felices y de poner manos al a obra para conseguirlo.

Ahora que nos hemos convertido en adultos, nuestros hijos aprenden de nosotros comportamientos en relación con el dinero, con el trabajo, con la generosidad, con la forma en la que tratamos a los demás, etc. y somos esa primera fuente de inspiración para ellos. Aunque no te des cuenta, influimos de forma determinante para formar ese primer “prisma” desde donde ellos harán su interpretación del mundo, y seremos ese primer impulso para sus sueños. Déjalos que cumplan sus sueños y tengan sus propios errores, al igual que tú, ellos irán creciendo y aprendiendo de ellos, con tu ayuda, pero lo tienen que hacer por ellos mismos.

Llegará el momento en el que tendrán que decidir profesión y tendrás una nueva oportunidad para dejarlos seguir sus sueños o para “presionarlos” para ir por un camino más seguro. Es frecuente escuchar que si un niño tiene vocación de músico, de bailarín, de pintor, de artista, de futbolista o de cura sus papás traten de “aconsejarlo” para que sea prudente, “porque hay profesiones en las que se puede morir de hambre”.

Antes de convertirte en un mal ejemplo, reflexiona sobre aquellos sueños que tenías cuando niño, piensa en si esas ilusiones han cambiado o si hoy tienes otras cosas que te mueven, que te motivan. Si has perdido la ilusión, recuerda ese “algo “ que te movía cuando eras niño y actúa en consecuencia.

Tu eres la suma de tus decisiones y de tus omisiones, si no te gusta lo que haces o estas frustrado por tu actividad profesional, ¡deja de quejarte!, toma nuevamente el control de lo que quieres hacer de ti, ningún éxito se compara con hacer lo que verdaderamente te hace feliz. Cuando estés un poco perdido, recuerda dónde tienes tus ilusiones, dónde tus capacidades, dónde tus pasiones y estoy seguro que podrás retomar el rumbo. 

Los cambios tienen riesgo, son peligrosos, pero la rutina y el desánimo lo son más. ¿Tú que opinas?

Jorge Peralta
@japeraltag


@innovadisrup

sábado, 7 de febrero de 2015

Trucos para emprender exitosamente

Desde hace muchos se ha generado un debate sobre si los emprendedores nacen o se hacen en el camino. La realidad es que ambas afirmaciones tienen parte de verdad, los emprendedores se forjan pero necesitan tener “madera”, al menos esos emprendedores que destacan, que van más allá de un autoempleo y que dejan huella en eso que hacen, aquellos que su pasión es ejemplo  para otros.

En ocasiones se ha especulado sobre esa magia que se genera al ponerse en contacto con estos personajes; porque son capaces de generar alrededor de ellos una atmósfera que permite aventurarse en retos grandes, en asuntos que representan cierto riesgo pero que contribuirán a formar un futuro mejor.


¿Cuales son los ingredientes de esa magia?

He comenzado a leer el libro Lean Startup España 2014, un esfuerzo de colaboración, de algunos gurús españoles para comentar sobre la situación del emprendimiento en España. Una muy buena publicación y en su prefacio, escrito por Manuel Caño  señala que el emprendedor tiene tres medios propios para cumplir con sus objetivos:
  • Su personalidad
  • Sus competencias profesionales
  • Su red de colaboración
Las tres son necesarias para generar esa “magia” que construye donde no hay, que transforma lo que hay en algo completamente distinto y crea propuestas con ventajas competitivas diferenciadoras.

La personalidad son esas capacidades “innatas” pulidas a lo largo del tiempo, principios, valores, que le dan un marco de referencia a la persona para saber que si y que no.

Las competencias profesionales son esas que a lo largo del camino profesional vamos aprendiendo y que nos capacitan para “saber hacer” para dar resultados óptimos en aquellas tareas que debemos sacar adelante. En el emprendedor, las competencias “indispensables” desde la perspectiva humana: liderazgo innovador, capacidad para trabajar en equipo, resilencia y manejo adecuado de las emociones; de la misma forma cada proyecto requiere ciertas competencias técnicas que son la base para incidir en el ADN del proyecto.

Por último la red de colaboración, ya sea la red que se ha construido en el tiempo, como esa capacidad para seguirla construyendo en los distintos ambientes en los que se participa, es algo que siempre rinde frutos.

La magia del emprendedor es esa capacidad para aprovechar los dones que Dios nos ha dado, pulidos con el esfuerzo personal, aderezados por un bagaje de competencias adquiridas con el tiempo y la capacidad para formar red.

Cuando se admira en los emprendedores exitosos esa “magia” se llega a pensar que son personas especiales a las que se les ha dotado de ciertas capacidades que las llevan a destacar por encima de los demás. Nadie duda del talento innato que muchas personas tienen, pero pocas veces se ve el esfuerzo silencioso y dedicado que es indispensable para destacar.

Como lo menciona Malcom Gladwel en su estupendo libro Outliers, si se analiza la vida de varias personas fuera de serie, el éxito debe mucho al esfuerzo individual pero también en gran medida a la cultura de la que procedemos, la familia en la que crecimos, la época en que nacimos y las oportunidades que hemos tenido. La dedicación individual es tan indispensable que nadie llega a ser el mejor sin dedicar miles de horas a la práctica.

De acuerdo con estudios que comenzó el psicólogo Ander Erickson en la Academia de Música de Berlín en los años 90´s concluyen es que se requieren diez mil horas de práctica para alcanzar el nivel de dominio propio de un experto de categoría mundial, en el campo que fuere. Estudio tras estudio, independientemente si se trata de compositores, futbolistas, basquetbolistas, nadadores, escritores, patinadores sobre hielo, concertistas de piano, jugadores de ajedrez, este número se repite una y otra vez. Si se profundiza en la vida de cualquier profesional destacado de cualquier rama de la actividad humana aparecen esas diez mil horas como parte de su ecuación del éxito.

Los emprendedores tienen esa magia, que consiste en esos tres valiosos ingredientes: la personalidad, las competencias y la red. Sin embargo es el tiempo, y esas diez mil horas las que permitirán aprender de los éxitos, de los fracasos y de la madurez que la vida va dando para forjar historias personales de éxito, ese es el truco más importante para emprender.

El éxito más importante siempre será estar feliz con lo logrado por el esfuerzo realizado, independientemente de los juicios de los demás. ¿Tú que opinas?

Jorge Peralta
@japeraltag

@innovadisrup