domingo, 19 de noviembre de 2017

20 virtudes que facilitan la formación de un emprendedor

Hoy es más común que alguna persona decida dedicarse a lo que quiere, vivimos en un ambiente de mucho mayor libertad y en el que se han abierto múltiples oportunidades para aquellos que no encontramos “nuestro espacio” ,“nuestro sueño”.

Elegir actividad profesional es tal vez una de las decisiones más importantes que todos debemos tomar y no me refiero sólo a la primera vez, sino a las varias que seguramente estaremos tomando a lo largo de nuestra vida profesional.

Todas las actividades profesionales nobles y honestas implican una serie de virtudes que conviene formarlas desde temprana edad, pero más aún, la actividad emprendedora requiere de algunas especialmente relevantes dada las características especiales que tiene este camino.

Tratando de resumir, podríamos decir que efectivamente los emprendedores tienen ciertas competencias innatas, algunas que se forman a lo largo del tiempo, siendo las que se adquieren en la familia las de mayor impacto, así como también redes de colaboración que se van formando a lo largo del camino, como las de la escuela, las del vecindario, las de los círculos sociales o familiares cercanos.

Hoy quisiera centrarme en esas competencias personales que se pueden fomentar a temprana edad y que en mucho nos corresponde a los educadores (padres o maestros) impulsarlas en la gente joven. Mucho se ha especulado de si los emprendedores nacen o se hacen, la realidad es que ambas vertientes tienen parte de razón, pero no es fácil distinguir cuáles se van dando en el ambiente familiar y cuáles en los primeros círculos. Los padres, los abuelos, los tíos, el vecindario, los primeros pasos en la escuela, profesores en grados más avanzados, van formando el carácter a través de la educación y la formación de virtudes.

La decisión de emprender no siempre va relacionada con la actividad empresarial sino más bien con elegir un camino que nos lleve a dedicarnos a lo que queremos y que sea posible generar un ingreso digno. Esa es la misma decisión que toma un artista o un deportista o alguien que tiene otro sueño; escuchar las voces de gente buena que te “orienta” sobre lo difícil que es ese camino, y lo conveniente que sería seguir otros caminos más ortodoxos que ofrezcan mayores garantías de un futuro mejor económicamente hablando.

Muchos amigos me han preguntado que cuáles virtudes tendrían que formar en sus hijos desde temprana edad, pensando en que tengan las posibilidades abiertas para facilitar que sigan su vocación al momento de elegir su camino profesional. Tienen razón en pensar en influir positivamente porque es en la familia donde se forman las virtudes; cuando el papá, la mamá, un abuelo o un tío son empresarios, muchas de esas virtudes se “maman” pero sino es el caso también se pueden aprender, tal vez de otra forma, de tal manera que si alguno ya trae esas inquietudes desde pequeño, es también en casa donde más se pueden potenciar.

Los padres somos especialistas en transmitir nuestros propios miedos y frustraciones en nuestros hijos influyendo, no siempre positivamente, a que ellos vayan tomando sus propias decisiones.

Aunque parezca extraño todavía existen personas con hijos adolescentes en edad de elegir profesión que no están dispuestos a dejarlos elegir libremente, aduciendo cualquier cantidad de “buenas razones” como por ejemplo: “tenemos otros planes familiares para ti”, “esa carrera no te conviene porque te morirás de hambre”, “esa universidad esta muy lejos”, “queremos dejarte la notaría y convendría que fueras abogado”, “el fútbol es una actividad en la que s muy difícil destacar, mejor estudia una carrera y luego sigue con ello”. Seguramente con muy buenas intenciones

Entre ellas, las características que se pueden ir formando en la familia y que más favorecen la actividad emprendedora son las siguientes:

Magnánimos. Pensar en grande.
Generosos. Darse a los demás.
Resilientes. Tolerantes a la frustración.
Laboriosos. Alta capacidad de trabajo.
Flexibles. Abiertos a cambios.
Responsables. Se hacen cargo de sus decisiones.
Tolerantes a la incertidumbre. La incomodidad sobre el futuro se puede manejar si provocar un estrés extremo que dañe.
Curiosos. Tratan de indagar más allá de lo evidente.
Creativos. Se escuchan a si mismos para pensar y no copiar.
Recios. Capaces de resistir los sinsabores.
Alegres. Saber estar felices con lo que se tiene.
Sinceros. Hablar a los demás y a si mismos con la verdad.
Humildes. Entender que tenemos límites y que somos como somos.
Líderes. Lograr inspirar a otros.
Colaborativos. Trabajar con otros y dejarse liderar.
Optimista. Ver el futuro con esperanza.
Agradecidos. Saber reconocer el bien que recibimos de los demás.
Leales. Saber mantenerse en lo comprometido.
Honestidad. Coherente con los valores de la justicia y la verdad.
Confianza. Confiar en el talento propio y de los demás.

Seguramente pensarás que estas virtudes son necesarias para cualquier persona y tendrás razón pero hay algunas que sino las tienes te podrás dedicar a cualquier cosa pero no tendrás un motor propio que te permita recorrer la ruta de dedicarte a lo que tu quieres y mucho menos a una actividad empresarial.

Nuestro deber será formar buenas personas, el de ellos será elegir el camino que los haga más felices, de tal forma que sino encajan en el mundo puedan construir uno nuevo; pero recuerda que la mejor manera de formar en ellos esas virtudes es cuando te ven vivirlas a ti, no hay mejor maestro que el ejemplo.

Jorge Peralta
@japeraltag


@idearialab

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