domingo, 27 de mayo de 2018

Los modelos de negocio caducan

Es común que el sueño dorado para muchos empresarios es que sus negocios funcionen sin su presencia, que puedan ir al golf, que le puedan dedicar más tiempo a lo que les gusta hacer y les enriquece el alma. 

Pareciera que ese es el mundo ideal, sin embargo, les tengo una noticia, los modelos de negocio caducan y sino tienen propuestas que vayan continuamente evolucionando sus modelos terminarán cerrando o siendo irrelevantes para sus clientes. Lo pongo como posibilidad porque siempre hay negocios que cuentan con la fortuna de mantenerse en el tiempo con éxito sin moverles casi nada.

Sin embargo, cada vez es más frecuente de negocios que terminan, de negocios que cierran, de otros que dejan de crecer, otros que dejan de ganar e incluso otros que se convierten en enfermos terminales que requieren respiración artificial, que han comenzado a vivir de las glorias pasadas.

Cuando son empresas familiares las crisis se vuelven más intensas porque el crecimiento de la familia hace que los negocios se tengan que multiplicar al 100% por cada familia nueva que tienen que mantener con el mismo nivel de vida. De esta forma, un pequeño empresario que sostenía con holgura a su familia, cuando se incorporen dos hijos (suponiendo que son dos) necesitará vender al menos dos veces más para sostener el mismo nivel de ingreso, con los mismos márgenes y así sostener el mismo nivel de gasto familiar. Crecer 200% en un país donde la economía crece al 2% requiere algo más que “echarle ganas”.

Como en los cuentos de pepito, esta historia tiene dos noticias, una buena y otra mala; al público le gusta comenzar siempre por la mala. Y pues la mala es de todos conocida, a todos nos llega el chino de turno, o si no es chino, se trata de esos personajes que están dispuestos a vender lo mismo que tú, pero más barato y cuando quieren reaccionar ya es demasiado tarde porque el momento de reacción llega casi siempre acompañado de una crisis. Bajan los ingresos, bajan los márgenes, se pierde participación de mercado, los empleados tienen resistencia al cambio y levantarse cuesta, cuesta mucho.

La buena (siempre hay buena) es que modificar la propuesta de valor siempre es posible, y si la empresa se mantiene con vida hay esperanza, pero requiere rediseñar su propuesta de valor, o en ocasiones reinventarse. Ese cambio, radical o no, requiere de un esfuerzo importante, primero para desprenderse de tantos paradigmas que acompañan nuestro actuar. Requiere salir de la comodidad para pensar nuevamente, para transformar la propuesta: producto, precios, canales, relación con clientes, modelo de pago, procesos, estructuras, capacidades instaladas, o la combinación de algunas de ellas o la combinación de todas, o en un caso extremo la alternativa siempre abierta de comenzar de nuevo.

Hoy vivimos en un mundo cambiante, en la que nuestros paradigmas se rompen una y otra vez, donde la realidad nos alcanza y el cambio forma parte ya de nuestro estilo de vida.  

Decía John M. Keynes: “La dificultad consiste, no en las nuevas ideas, sino en eliminar las antiguas, que se ramifican en cada rincón de la mente de quienes las han defendido a costa de todo”

El problema no esta en el cambio, ese no lo podremos detener, sino en la capacidad que tenemos para adaptarnos y reinventarnos de ser necesario y todo se vuelve más interesante cuando no sólo te adaptas sino lo provocas, tratando de ser original, de ser el primero que intenta algo.

Proponer y no esperar, acometer y no resistir, ser protagonista y no espectador ¿Qué rol quieres ocupar?

La única forma de mantener actual tu modelo de negocio es llevándolo a una continua transformación, en ocasiones serán cambios de forma, en otras serán revoluciones transformadoras, para el que esta continuamente en un proceso de cambio, esta situación se vuelve habitual, así es nuestro tiempo. Por esta razón, la innovación se ha convertido en un proceso fundamental para cualquier industria, la innovación tiene riesgo, pero es más riesgo no tenerla en cuenta para mantenernos vigentes con nuestros clientes.

Jorge Peralta
@japeraltag

@idearialab

domingo, 20 de mayo de 2018

¿Promueves el cambio o defiendes el status quo?

Es frecuente encontrarse con quejas, en la familia, en la empresa, en la sociedad, parece que a las personas nos cuesta ser felices y perdemos demasiado tiempo en quejas.

En ocasiones la realidad no nos gusta y tenemos dos opciones, nos quejamos o hacemos algo para cambiar el rumbo de las cosas. Sin embargo cambiar comportamientos profundamente arraigados es muy difícil y también desalentador, lo que empuja a mantener el status quo y adaptarnos, aún cuando eso nos haga infelices.

¿Puede un individuo cambiar las cosas? ¿Podría hacerlo yo?

Actuar sólo cuando planeamos que las cosas saldrán bien nos quita la posibilidad de intentar cosas nuevas, y en ocasiones la situación exige ser quienes somos, aún cuando el resultado parezca nebuloso, ¡Sólo así estaremos en posibilidades de cambiar el rumbo de los acontecimientos!

Pensar en un cambio implica el convencimiento de la posibilidad de cambiar y clarificar que en ocasiones los cambios requieren destruir lo anterior, ojalá y todos los cambios fueran tersos y paulatinos, pero si quieres un cambio real, profundo, la mayor parte de los casos no son temas fáciles, siempre hay damnificados.

Los cambios no son cómodos, a nadie nos gustan, pero en ocasiones son necesarios, de otra forma no hay avance. Instalarnos un poco más allá de la realidad permite que la imaginación proponga nuevos escenarios, se necesita ir más allá, lo evidente no siempre es lo más adecuado cuando se necesita cambiar.

Ya nos decía Roseau:

"El mundo de la realidad tiene sus límites, pero el mundo de la imaginación es ilimitado"

Si nos quedamos en la realidad nada cambiará, necesitamos meternos en el de la imaginación.

Para iniciar un cambio se requiere la inteligencia emocional suficiente para echarse encima a la organización y sino no se tiene el prestigio y el tamaño suficiente lo más probable es que la guillotina llegue antes que cualquier cambio. Sin embargo, es  un buen momento para la grandeza de un liderazgo que sepa leer cuando un cambio se requiere y que el status quo no es el mejor camino. Lo que diferencia a los líderes de verdad es que, a pesar de las dificultades se atreve a opinar y a proponer.

Los gerentes sin visión son demasiado reacios al riesgo, les da temor el cambio, les aterran las dificultares y prefieren calcular el riesgo de invertir en una mala idea para tener la justificación para decir que NO. Pero esto es común, tanto que si pensamos que podemos encontrarnos en esa situación conviene pedir ayuda para pedirle a otros colegas que nos ayuden a evaluar para matizar nuestro miedo y permitirnos ver con más claridad los posibles beneficios que podríamos obtener.

Los cambios fuertes requieren apóstoles, personas que sepan correr riesgos, que sepan evaluar los posibles beneficios y que sean capaces de comunicar de una forma inspiradora que el futuro puede ser mejor. Se necesitan unos cuantos gramos de imprudencia para saber mitigar el miedo y lanzarse, no se trata de promover la temeridad sino de provocar que los cambios se den. 

Para ser un buen “provocador” de cambios se requiere no sólo de ese convencimiento interior sino de un mínimo de liderazgo y prestigio porque de otra forma los demás no tomarán en cuenta lo que les dices. Al comienzo importa menos lo que dices, sino cómo lo dices y quien lo dice. Las personas que quieren impulsar un cambio que desafíe el status quo y que no tengan un mínimo de prestigio terminan aplastados

Cuando quieras provocar un cambio profundo requieres de un plan, en el cual preveas quienes pueden impulsar el cambio contigo, quienes son esos liderazgos informales o formales que lo apoyan y transmitir que tú estas comprometido con ello. Armar ese equipo permitirá revisar la táctica para buscar el momento más adecuado. 

Con tu convencimiento, el plan y el equipo adecuado el cambio podrá echarse a andar, no hay soluciones fáciles, ni tampoco resultados garantizados, pero sino corres el riesgo de comenzar nunca lo sabrás, y es mejor que te lamentes de algo que intentaste y no funcionó que algo que nunca hayas intentado.

En ocasiones defender el status quo es pactar con la mediocridad o bien con un esquema de muerte lenta. El cambio es inminente, quieras o no, te corresponde a ti definir el rumbo, no tomar la responsabilidad por los riesgos que esto implica es faltar a tu responsabilidad.

Jorge Peralta
@japeraltag

@idearialab

domingo, 13 de mayo de 2018

Rebeldes con causa

Para lograr grandes objetivos debemos estar dispuestos a correr algunos riesgos. Ir contra la corriente no es cómodo y en ocasiones los resultados pueden tardar en llegar.

Cuando era pequeño jugaba beisbol y solía ser por encargo de mi coach el robador de bases de mi equipo y me decía una frase que después descubrí que era de Wilkox:

"El progreso siempre implica riesgo. No es posible robarse la segunda base y mantener un pie en la primera"

Cuando corremos ciertos riesgos, la mayor parte de nosotros sigue la lógica de la consecuencia: ¿Qué producirá el mejor resultado? Pero los rebeldes se plantean algo diferente: ¿qué hace una persona como yo en esta circunstancia? Cuando usamos la lógica de la consecuencia siempre encontramos motivos para no perder riesgos, en cambio; la lógica de la de mirar hacia dentro de nosotros mismos nos libera del resultado y nos lleva a intentar lo que otros no harían.

Sin embargo, en las organizaciones, ser rebelde no es algo bien visto. La razón, es muy lógica, en la mayor parte de las organizaciones se promueve el consenso no la disidencia, de esta forma el pensamiento de grupo no permite otro tipo de opiniones que vaya en contra de las opiniones dominantes. No se trata de una rebeldía sin sentido, sino de ser rebeldes con causa, buscar nuevos caminos para obtener las metas o incluso superarlas.

Cuando en una organización se permean ciertas ideas hasta convertirse en leyes, escritas o no, la diversidad de pensamiento pasa a un segundo plano, incomoda y en algunos casos se intenta evitar. Sin embargo, cuando esto pasa, las organizaciones se privan de la reflexión, de renovar sus ideas, de renovar su foco, y comienzan por el camino del pensamiento único, que, en este tiempo de tantos cambios, las llevará a anquilosarse.

Los nuevos liderazgos deben fomentar esa sana disidencia, esa diversidad de pensamiento, ese enriquecimiento de los puntos de vista que nos lleve en todo momento a avanzar. Si embargo, los riesgos que fomenta el cambio y la ambigüedad no se dan de forma natural, lo natural es el sentimiento de grupo.

La clave esta en cómo fomentar un sentimiento de grupo fuerte y al mismo tiempo fomentar la disidencia, ¿no estaremos en posiciones contrapuestas e incompatibles? El único que esta capacitado y empoderado para fomentar ambas actitudes es el líder, por esa razón el primer convencimiento debe ser en el líder y en la convicción de renunciar a la tendencia a buscar aprobación de todos, a salir de la zona de confort para someter una y otra vez las decisiones al escrutinio de los demás.

Para tomar decisiones sabías y resolver problemas complejos los grupos necesitan de una pluralidad de ideas y de opiniones diversas que enriquezcan las posibilidades de actuación, la mentalidad de pensamiento único no permite pensar fuera de la caja.

¿Se puede entonces lograr un grupo cohesionado y que colabore aún a pesar del pensamiento divergente y de la disidencia? En el fondo pienso que sí, porque estamos unidos en el objetivo, en los propósitos, en los valores de la organización, pero los caminos para llegar a esas metas se pueden discutir porque cambian en función de las circunstancias.

Lo peor que puede pensar un líder de un grupo, es suponer que la disidencia cuestiona su liderazgo porque no es así, la discusión se plantea no sobre las personas sino sobre las ideas. Conviene huir del pensamiento único y darle la bienvenida a la disidencia, a los rebeldes con causa, porque cada vez que exista un problema o reto existirán diversas formas de resolverlos, escucharlas, analizarlas, estudiarlas permitirán apertura de mente. Fomentar la disidencia permite a las organizaciones avanzar, descubrir nuevos caminos, nuevas oportunidades.

Entre más posición tienen las personas más tienden a defender el status quo, porque intentar desafiarlo es correr riesgos, de esta forma no es fácil convertirse en un rebelde dentro de una organización. Hacerlo requiere tener cierta autoridad, de otra forma ese desafío se puede pagar muy caro, entonces ¿significa que los que tendrían que desafiar el status quo son los que tienen autoridad? Pues en cierto sentido si, sin autoridad, formal o informal es muy difícil desafiar el status quo.

Un rebelde con causa puede ser cualquiera en la organización, sin embargo, cuando el rebelde es el líder, todo se facilita. Y si el líder se da cuenta de que ese rol no es lo suyo, más le vale poner las condiciones adecuadas para fomentar esa divergencia en la forma en la que arma su equipo, en la forma en la que los incentiva, en la forma en la que permite esa divergencia que enriquece las organizaciones.

Las opiniones disidentes son muy útiles, aún cuando puedan ser equivocadas porque generan reflexión.

Las organizaciones sin esa sana disidencia, sin rebeldes con causa, entrará en el penoso camino de la muerte lenta, es un signo de nuestros tiempos, las organizaciones del siglo XXI son así, de nosotros depende adaptarnos a esta realidad o no. Fomenta las opiniones críticas, permite que las expresen, que forme parte de tu cultura.

Sin disidencia no hay diversidad, sin diversidad se pierde riqueza y sin ella perdemos la gran oportunidad de ver más allá de la ruta que ordinariamente caminamos. La diversidad nos da la riqueza necesaria para mantenernos siempre vigentes.

Jorge Peralta
@japeraltag

domingo, 6 de mayo de 2018

Antes te jubilabas a los 60´s ¿Y ahora?

Sin duda el mundo laboral ha cambiado, la tecnología ha venido a cambiarlo todo, muchas áreas se han automatizado y muchos de los empleos rutinarios del pasado se han cambiado por máquinas. La automatización de muchos procesos ha llevado a que muchas labores más complejas se simplifiquen y se requieran personas con una cualificación diferente.

En muchos casos esta “automatización” cambia las perspectivas de personas que llevaban mucho tiempo en las organizaciones, por eso es común encontrarse con personas sobre-calificadas para ciertas labores y que su gran experiencia hoy no sea tan apreciada.

Ante esto conviene preguntarnos ¿En qué desarrollaron experiencia? ¿En el conocimiento del cliente, de la industria y en la forma en la que la empresa resuelve nuevas necesidades? O más bien tienen muchos años haciendo lo mismo.

¡Debemos comprender que hoy en día no es lo mismo 10 años de experiencia que un año de experiencia repetido 10 veces!

Y esa situación no es culpa de las organizaciones, sino de personas que no supieron actualizarse constantemente. Hoy ya no es factible estudiar una carrera y jubilarse de aprender, hoy no se puede concebir la vida profesional sino es en un continuo aprendizaje. No me refiero solamente al aprendizaje formal de estar inscrito en alguna institución educativa, me refiero a las lecturas que permanentemente debemos traer a cuestas para mantenernos actualizados en nuestras áreas de conocimiento o bien explorando nuevas competencias que nos pueden ayudar mañana.

En la nueva economía ya no es tan valiosa la experiencia como la capacidad de aprendizaje. Por ejemplo, en el mundo de hoy aprender sobre tecnologías de la información, programación, otros idiomas es indispensable, el que no tenga una mínima idea de como funcionar en este mundo nuevo se queda obsoleto.

No podemos esperar que sean los gobiernos o las grandes empresas las que tomen cartas en el asunto, cada uno es dueño de su propio destino y necesita dedicar un espacio en su agenda para el estudio de forma permanente.

Lo usual era que antes los empleados se jubilaran al llegar a los 60 y ahora que la esperanza de vida ha crecido la edad productiva se esta alargando hasta los 70´s lo que exige incorporar nuevas competencias a las personas para mantenerse actuales. Y no me refiero que sepan usar plataformas tecnológicas como Millenialns, sino que tengan la capacidad de interpretar la realidad y proponer soluciones que otros puedas ejecutar. Ahí la experiencia, si se traduce en capacidad de análisis y diagnóstico será de mucha utilidad.

¿Tú te preparas para unos 60´s y 70´s productivos?

Jorge Peralta
@japeraltag

www.idearialab.com
@idearialab